Existen personas, hombres y mujer por igual, que cuando experimentan algún tipo de frustración derivada de cierta circunstancia que no han logrado concretar, inconsciente y cotidianamente empiezan a realizar actividades ritualizadas o estereotipadas que les ayudan a aminorar o a mitigar su malestar. Este comportamiento repetitivo, que les permite exteriorizar este sentimiento de insatisfacción por no poder concretar ciertos deseos en específico, en los terrenos de la psicología y el psicoanálisis se le conoce como compulsión, la cual surge para compensar la imposibilidad de hacer tangible cierta intención surgida desde el subconsciente.
Y éstas (las compulsiones) por lo regular, cuando aparecen, tienen como único fin distraernos y alejarnos de la verdadera fuente de aquello que nos tiene frustrados, enmascarando así una necesidad que desde la parte consciente estamos reprimiendo para impedirle saber al mundo entero que estamos atravesando por una difícil etapa depresiva.
En términos clínicos estamos hablando del famoso Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y éste es más común de lo que muchos suponen. De hecho, hay estudios que documentan que el 2% de la población mundial está afectada por algún TOC, por lo que si conoces a alguna persona que tiene obsesión por las compras, por coleccionar o acumular cosas, por la limpieza y el orden exagerados, por alguna droga, comer en demasía e incluso por el sexo, antes de juzgarle o simplemente considerar que ésta mal de la cabeza, bien podrías ayudarle si intentas estudiar y entender el por qué de las causas de su comportamiento.
Por principio de cuentas, las compulsiones, dicen algunos especialistas, son endémicas en sujetos que presentan huecos o carencias emocionales y se trata de pensamientos, imágenes o impulsos repetitivos e indeseados que derivan en ansiedad. Las compulsiones son invasivas y se presentan de forma independiente a la voluntad de las personas. Es más, llegan a ser tan frecuentes e incapacitantes en las vidas de los individuos que a cierto nivel acaban dominando la vida de quien las padece y para neutralizarlas definitivamente se requiere de ayuda profesional especializada.
Asimismo, también debemos entender que las compulsiones son una especie de conducta motora o cognitiva repetida que se realizan bajo determinadas situaciones y aparentemente ayudan a que las personas que las padecen puedan prevenir o reducir el estrés o la angustia. También sirven para que algunos sujetos le saquen la vuelta a situaciones incómodas para ellos.
Por lo tanto, ¿existe alguna técnica para controlar las compulsiones? La respuesta es afirmativa. Sin embargo, se requiere de disciplina pero también del autoconocimiento y la autoaceptación, sobre todo porque el primer paso para solucionar un problema es aceptar que lo tenemos. Así las cosas, el primer paso para intentar controlar el TOC es postergar el ritual que nos controla y que nos ayuda a liberar la tensión y mitigar la ansiedad. Al principio será cosa de sólo unos minutos, pero poco a poco podrás mejorarlo. Igualmente, para romper con ese círculo vicioso puedes intentar cambiar ese ritual que has convertido en costumbre (por ejemplo: si estás acostumbrado a lavarte la mano 10 veces, intenta lavártelas sólo 5 o mientras lo haces cierra tus ojos y desconéctate). El objetivo principal es que te ubiques por encima de la ansiedad y que en ningún momento pierdas la racionalidad que debe caracterizarte. Se requiere de trabajo, concentración y compromiso con uno mismo.
¡Sí se puede!
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