Los xochilovers están en modo denial (negación). Analizan a los miembros del gabinete entrante sin la conciencia de que son nombramientos irrelevantes mientras esté en marcha y por cristalizarse la desarticulación del Poder Judicial.
Una parte de ellos ya ha abandonado las trincheras de la resistencia para encontrar maneras de pegarse a la ubre estatal. “Hay que estar muy cerca”, es la consigna que ahora se escucha en los pasillos del Club de Industriales.
Otros se abocan a la reconstrucción institucional desde las cantinas de la San Miguel Chapultepec. Está en boga tratar de copiar lo que ha hecho Milei al sur del continente; permite la peligrosa punción de parase junto a Trump en el espectro político ideológico o emular a los Le Pen en Francia arguyendo pragmatismo electoral. Copiar a los populismos de derecha alienara a los partidos de oposición del segmento del electorado que tiene una vocación liberal y privilegia la democracia como forma de gobierno. Al copiar estas iniciativas la oposición está condenada a ser -desde la derecha- un remedo de MC o apenas un contrapeso equivalente a los partidos de nicho que orbitan al morenismo.
Las encuestas publicadas por Alejandro Moreno, por ejemplo, muestran que el 30% de los encuestados que no aprueban la gestión presidencial, que se identifican con los partidos opositores, que no reciben algún tipo de apoyo gubernamental, que favorecen la meritocracia, que se inclinan por proyectos políticos que buscan el orden pues valoran el combate a la inseguridad y la generación de empleos, tampoco se identifican, en su mayoría, con la ultraderecha.
Es cierto, les perturban las olas migratorias hacia México, en particular de las personas que provienen de América Central, pero lejos están de ser antiabortistas, condenar el uso de estupefacientes y los matrimonios entre personas del mismo sexo. La gran mayoría busca vivir en paz, operar y adherirse a un entramado instituciona democrático bajo reglas del juego claras y un sistema de premios y castigos establecidos a priori.
La dicotomía izquierda derecha es demodé y no explica nada realmente. En los últimos 10 años la lucha política se ha dado a lo largo del continuo del liberalismo versus el estatismo. Desde el prólogo del segundo piso del obradorato ya se puede vislumbrar que los polos opuestos de la lucha ideológica serán el liberalismo y la autocracia; el liberalismo versus la tiranía.
La extinta marea rosa en tándem con la oposición tendrían que tomar las calles para evitar la conflagración en contra de la Corte y el poder judicial. Los mercados cambiarios, el acuerdo con Norteamérica o el gobierno estadounidense no lo harán.
Antes de pensar en Milei, la oposición tendría que embarcarse en la defensa a ultranza de la democracia y el estado de derecho. Es la única posibilidad para regresar a México al sendero de la transición. La promesa de venta para la oposición tiene que ser impedir la desaparición de la República como la conocemos.
El frente y los partidos opositores deben de retomar la lucha libertaria que inicio con los estudiantes del movimiento del 68 y culminó en el 2018. La lucha de la oposición se debe de centrar en la defensa de los derechos individuales, el fortalecimiento del Estado de derecho y la defensa de la República. La oposición debe salir a la calle, ipso facto, para impedir que se consuma el advenimiento de la autocracia más abyecta. Las presiones sobre el tipo de cambio y la anulación de acuerdos comerciales contribuyen a la indefensión ciudadana; está en el blueprint obradorista. Es la sociedad civil la que tiene que tomar las calles. Es ahora o nunca.
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