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El éxito o el fracaso en las relaciones de pareja, tanto los noviazgos como los matrimonios, se finca definitivamente en el alto o bajo nivel de reciprocidad entre sus componentes. Hombres y mujeres saben que, además de la atracción, la afinidad y el amor, ambos deben estar dispuestos a dejar del lado el egoísmo y poner todo de su parte para que todo el tiempo su relación sea una calle de doble sentido o, como en la analogía de un juego de tenis, que todo el tiempo ambos participantes estén regresando la pelota por encima de la red.

Sin embargo, lamentablemente muchas veces damas y caballeros, confundidos por los conceptos que aprendieron y asimilaron desde su seno familiar, literalmente se tiran a la hamaca y hacen muy poco o casi nada para que su relación prospere y se consolide, creyendo que el trabajo, el compromiso y la responsabilidad deben ser cosa de sólo uno de los dos involucrados en ese binomio emocional-sentimental.

La mayoría de las veces, sin generalizar claro está, muchas mujeres se desentienden de muchos aspectos concernientes al desarrollo y crecimiento de su relación porque, tras manejar un falso concepto, consideran que hay cosas que sólo corresponde labor del hombre y no de la mujer, lo que permite asomar un patrón machista que en su momento ejerció su madre, anteriormente su abuela, antes de ésta la bisabuela y así…

Pero en estos tiempos de modernidad y equidad, el rol de hombres y mujeres dentro de una relación de pareja se ha redefinido para dar paso a núcleos más compactos y flexibles en lo referente a sus compromisos y responsabilidades. Porque si antes, por ejemplo en la intimidad, se esperaba que el varón fuera quien tomara la iniciativa para propiciar un encuentro sexual, ahora es más que válido que las chicas tengan una postura sexual más abierta, menos sumisa o pasiva e incluso más dominante que los caballeros. Y eso no las vuelve a ellas en cortesanas o a ellos en pusilánimes.

Igualmente, en cuestiones hogareñas, antes era menester exclusivo de las señoras que ellas se ocuparan de todo lo concerniente a la administración y buen manejo de la casa. Pero ahora todo eso ha cambiado, por eso no tiene nada malo que nos encontremos con chicos que ayudan a lavar los trastos sucios o a planchar la ropa e incluso cuidar a los hijos mientras ella ha salido a trabajar o a tomar sus clases en la universidad. Nada de esto tiene que volver más femeninos a los hombres ni más masculinas a las mujeres.

Lo importante es que al momento de conformar una relación de pareja ambos protagonistas asuman un compromiso integral y equitativo para el buen funcionamiento de ésta. Hay que dejar de lado aquellos estereotipos que históricamente nos han dividido y que a la larga afectan terriblemente la comunicación con nuestra pareja. Y para eso sólo se requiere de comunicación, mucha comunicación, y dejar sobre la mesa lo que cada uno espera de esa relación, el grado de compromiso que se requiere de cada uno para que las cosas marchen adecuadamente y que el esfuerzo de ambos sea constante y del mismo tamaño. Si queremos detalles, seamos detallistas; si queremos cariños, seamos cariñosos; si queremos atención, seamos atentos…

Porque, al final del día, lo que estamos dispuestos a dar (y a darle a nuesta pareja) es lo que vamos a recibir. Prediquemos con el ejemplo. No lo olviden.

Contacto.- @yalessandrini1 (Twitter / X)

www.lapoliticamedarisa.mx

Email.- alessandriniyazmin@yahoo.com.mx

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