El ser humano, por naturaleza propia, es capaz de las más impresionantes proezas que uno pueda imaginar. En base a ingenio e inspiración, por generaciones ha demostrado que con la motivación adecuada puede obsequiarse a sí mismo y a sus semejantes obras verdaderamente insuperables. Sin embargo, cuando éste se llena de inseguridades, miedos y complejos también es capaz de viajar en sentido contrario de lo más sublime e iluminado de lo que puede crear.
El autosabotaje es cuando un ser humano (hombre o mujer por igual) consigue convertirse, consciente o inconscientemente, en su propio peor enemigo. No importa que el entorno y que las condiciones sean totalmente óptimas para cualquier empresa por realizar; no importa que a su alrededor cuente con todos los elementos a favor para ir en busca del éxito y obtenerlo; no importa que todos los tangibles e intangibles le indiquen que el clima es el propicio para emprender cualquiera tarea y que ésta se concretará positivamente; en lo más profundo de su ser, este individuo trae inserto una especie de chip programado para echar a perderlo todo… ¡todo!
¿Cómo es posible que una persona logre convertirse en su peor enemigo aún teniendo en sus manos todas las herramientas que le pueden permitir triunfar frente a cualquier situación que se le presente? La verdad es que la respuesta no es nada sencilla y menos cuando ésta presenta diversas aristas.
Por principio de cuentas, podemos empezar por intentar analizar con la estructura psicoemocional de este tipo de personas, las cuales son capaces de desarrollar mecanismos y dinámicos de autosabotaje y autoanulación tan complejos que las convierten en verdaderas patologías, a grado tal que llegan a convertirse en verdaderos adictos a sabotearse a sí mismos.
Y este sabotaje al que hago referencia puede ser en todos los aspectos de su vida cotidiana: en sus relaciones de pareja o familiares, en su entorno laboral, con sus amigos, en el ambiente escolar, ¡en cualquier parte! Es tan poderosa la negativa percepción que tienen de sí mismos que son capaces de almacenar en su mente, cuerpo y corazón los peores pensamientos y sentimientos que se anulan completamente para intentar realizar cualquier tipo de plan o proyecto porque consideran que son incapaces de tener éxito: invitar a una chica a salir, ya no digamos que se le plante enfrente para decirle que está enamorado de ella:, pedirle una entrevista a su jefe de la oficina para solicitarle una promoción o un aumento de sueldo; atreverse a tomar la decisión de cambiar su lugar de residencia de un país a otro…
Los ejemplos son interminables.
Aquí lo que bien vale analizar es el tipo de infancia que tuvo esta persona y el trato que recibió tanto de sus padres como del resto de sus familiares. Es probable que haya sido una persona violentada, maltratada y atacada física y psicológicamente; obviamente, al crecer y convertirse en adulto habrá arrastrado durante años el lastre de todo el cúmulo de situaciones negativas que vivió en su niñez y adolescencia, perjudicándole a tal grado esto que se ve impedido a tener una percepción valiosa de sí mismo.
Por ello, si tu eres una de esas personas que, como suele decirse, gustan de agarrar al toro por los cuernos o que siempre está echada hacia adelante, ¡felicidades en verdad!, porque no es nada fácil ser así.
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