Como dice el viejo refrán: “No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla”. Por fin llegó el día de la elección del 2024. La pregunta que más se ha hecho la sociedad mexicana, particularmente los partidos políticos de la Coalición Fuerza y Corazón por México, sus candidatos y candidatas es: ¿Qué pasó? La respuesta es muy sencilla. Sí, si hubo fraude. Se cometió un enorme, vil y generalizado fraude a la democracia y al país entero. 
Sin embargo, éste en realidad no se cometió el 2 de junio de 2024, por lo que debemos ubicar y responsabilizar a quienes fueron los grandes defraudadores. 
Empezando por Andrés Manuel López Obrador, quien mediante un flagrante fraude a la democracia violó deliberadamente la Ley para imponer desde el 2021 (después de sufrir un descalabro en las elecciones intermedias) a quien primero quería que fuera la Coordinadora de los Comités de Defensa de la Continuidad de la Cuarta Transformación, para posteriormente designarla Candidata Presidencial, a través de un gigantesco derroche de recursos públicos y propaganda para posicionarla en la opinión pública. Convertido en todo mapache electoral profesional cometiendo actos anticipados de campaña.
El fraude también lo cometió Claudia Sheinbaun cuando aceptó el juego que le propuso el Presidente de la República, inventándose desde la Jefatura de Gobierno y utilizando recursos públicos una serie de “Conferencias sobre Políticas Públicas en Beneficio de la Ciudadanía”, por todo el territorio nacional para el posicionamiento de su imagen. 
Fraude el de todas las corcholatas, que se prestaron al juego de ser comparsas de la nada transparente elección para “obtener” la Representación de la Coordinación de los Comités de Defensa y Continuidad de la 4T, sabedores de que ellos no eran los elegidos. Pese a ello llevaron a cabo un colosal despilfarro de recursos públicos en propaganda y promoción de su imagen, violando la Ley e insultando la inteligencia de los mexicanos.
Fraude el de Mario Delgado, quien al frente de Morena ha venido utilizando las estructuras de los siervos de la nación, integrados en la nomina del gobierno federal, para que sean ellos los que realicen el trabajo de campo de su movimiento partidista.
Fraude igualmente en el INE, donde por estar mas ocupados en los pleitos internos derivados de los nombramientos de las autoridades administrativas, permitieron que corriera el proceso, sin supervisar los gastos excesivos que venían realizando los aspirantes, en toda esta farsa disfrazada de democracia y sin sancionar lo que a todas luces eran actos anticipados de campaña. Tampoco tuvieron el tiempo para reglamentar lo que no estaba considerado, para evitar que les tomaran el pelo. Prefirieron voltearse para otro lado en el ánimo de no molestar al señor de las mañaneras.
El fraude del que todos hablan se cometió por la incapacidad de los partidos políticos para evaluar la elección del 2018. Porque después de la derrota ninguno se tomo la molestia de revisar que era lo que la ciudadania había expresado en ese momento. Tampoco entendieron que en el 2021, los ciudadanos de ninguna manera votaron a favor de los candidatos de la Alianza PAN, PRD, PRI. Los ciudadanos en esa ocasión castigaron a Morena, como ahora nuevamente lo hicieron con el PAN, el PRD y el PRI.
Fueron un fraude porque a pesar de las anteriores derrotas no se prepararon para la contienda del 2024.
Alito, que hasta el último momento intentó colocarse como candidato a la Presidencia de la República por su partido. Al no conseguirlo, pactó con Marko Cortés y con Jesús Zambrano un proceso en donde concedió que el candidato lo impusiera el PAN. 
Como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Alito resulto un verdadero fraude, porque debió garantizar que su partido político primero contara con un programa y un proyecto que ofertar a los ciudadanos. Porque ser presidente del PRI, implicaba la responsabilidad de construir una candidatura que evidentemente no era él mismo. Implicaba, tener el talento de convocar en la sociedad mexicana compuesta por 100 millones de ciudadanos, a por lo menos 10 mil personas con capacidad, talento y prestigio para ser Presidente o Presidenta de la República. 
Fue un fraude, porque su tarea era buscarlos, encontrarlos, incorporarlos y prepararlos. Un fraude porque en lugar de eso, puso por encima de todo sus intereses personales desde el inicio de su gestión como Presidente del partido que durante décadas fue la primera fuerza política de este país. 
Fraude el de Marko Cortés, para quien su favorito era Santiago Creel. Sin embargo, ante falta de talento, carisma y liderazgo del ex Secretario de Gobernación, terminó por aceptar a Xóchitl Gálvez. Fraude porque se dedicó a hacer arreglos con Alito, y lo que hoy vemos, es el enorme fracaso que representó juntar las marcas, sin previamente tener un proyecto, ya que por si solas y por su naturaleza son profundamente contradictorias. 
Hoy, a toro pasado, podemos ver que no hay ninguna coincidencia entre el PAN y el PRI. Pero el problema no fue armar esa coalición, el verdadero problema fue que nunca tuvieron el talento para identificar las expectativas de los ciudadanos y construir a partir de eso y primero que nada, un Proyecto de Nación. Tampoco lo tuvieron cuando firmaron la Alianza en 2021. Ni en ese momento ni ahora convocaron a nada, no fueron capaces de articular ni siquiera a los candidatos de sus propios partidos, todos fueron por su lado. Un fraude porque solamente se aliaron para repartirse las posiciones. Jamás diseñaron una estrategia, establecieron tácticas, organización, vamos, por lo menos una narrativa coherente.
Fraude el de Jesús Zambrano, quien consciente de que su partido estaba a punto de perder el registro prefirió ir en la Coalición, no obstante a que las probabilidades de perderlo se incrementaban exponencialmente por la cantidad de candidaturas que le iban a quedar. A pesar de eso, le importó muy poco correr el riesgo, por eso en un descarado agandalle, no dudo en anotarse en el número uno de la lista plurinominal del PRD al Senado de la República.
Fraude el de Xóchitl Gálvez, quien a sabiendas de carecer de las capacidades, la preparación, la experiencia, la estrategia y el equipo para conducir un proceso tan complejo como lo es una campaña a la Presidencia de la República, se dejó envolver por el canto de las sirenas. Pensó que con un millón de firmas era suficiente para convencer a un listado nominal de casi 100 millones de ciudadanos. 
Aceptó inscribirse al proceso, sin escuchar las sirenas de emergencia, en la espera de que un milagro de la Divina Providencia, le ayudara a enfrentar una elección de Estado contra el Presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena.
Porque cuando un ciudadano toma la decisión de ser político, candidato, o gobernante no únicamente se requiere tomar una decisión de vida. Se requiere de vocación y PREPARARSE PARA ELLO (así con mayúsculas). Lo cual implica la ejecución de ideas y programas, con equipos profesionales expertos, que implementen estrategias. Porque una campaña política se trata de ir a una gran batalla donde los aprendices no tienen cabida, no hay tiempo. 
Un verdadero fraude resultó todo su equipo de campaña encabezado por Santiago Creel, quien nunca entendió que ser Coordinador de una campaña presidencial no era aparecer en los templetes de los eventos de la candidata para la foto. Nunca demostró tener el entendimiento, la capacidad, ni la estrategia para cumplir con la responsabilidad que asumió, para convencer a por lo menos 40 millones de ciudadanos de que Xóchitl Gálvez y los candidatos de la Coalición Fuerza y Corazón por México estaban en condiciones y con posibilidades para competir, ganar y gobernar a este país.
Fue un fraude porque nunca demostró entender la complejidad de la contienda del 2024, y la competitividad que se requería para enfrentar una elección de Estado, y para comprender lo que la ciudadanía demandaba. Tampoco tuvo la capacidad para convocar e integrar a un equipo de profesionales estratégico de primer nivel, ni para armar la articulación de todas las candidaturas de las distintas fuerzas políticas que integraban la Coalición. 
Haberle dado a Santiago Creel la responsabilidad de la coordinación de la campaña fue un error imperdonable de Xóchitl Gálvez. Porque una cosa es intentar colarse para ser candidato y otra muy diferente es ser Coordinador de una Campaña Presidencial.
También los más de 20 mil candidatos y candidatas fueron un fraude, porque nunca se prepararon, porque los inventaron una semana antes de lanzarlos, y ellos aceptaron jugar el rol de improvisación que les impusieron los dirigentes de los partidos políticos. 
Se fueron integrando a las distintas posiciones que competían, sin previamente haberse tomado el tiempo para adquirir los conocimientos, la formación, la capacitación y el entendimiento de los ciudadanos de hoy, de sus expectativas, de sus necesidades y de sus causas, para identificar que era lo que los podía motivar a salir el día de la elección para otorgarles su confianza.
Como podemos observar, todos absolutamente todos se confabularon para defraudar al ciudadano. Mentirle descaradamente sin tomarlo en cuenta para nada, todo fue un montaje para su objetivo final, legitimar los propósitos e intereses de cada una de las partes, sin considerar en ningún momento al ciudadano aprovechándose del derecho y el deber de emitir su sufragio.
El gran perdedor del proceso electoral del 2024, para variar fue el ciudadano. Porque éste tuvo que salir a votar por la menos mala de las opciones que tenía. 
De que otra manera podemos entender que los grupos socioeconómicos de clase media alta y altos ingresos votaron mayoritariamente por Claudia Sheinbaum, conocedores del desastre y la enorme incapacidad, ausencia de resultados y el absoluto manejo ideologizado para gobernar de Andrés Manuel López Obrador, y hayan preferido la continuidad por lo menos otros seis años en el Ejecutivo Federal. Que tomar el riesgo de respaldar a Xóchitl Gálvez y a la Coalición de los partidos de oposición. 
Lo que tenemos ahora es el desenlace de los fraudes donde todos estuvieron implicados. Si el gobierno federal metió la mano o no en la elección del pasado el 2 de junio, la verdad ya es irrelevante. El fraude ya se había venido construyendo con cada una de las decisiones políticas que tomaron a lo largo del tiempo y en cada uno de los ejercicios de gasto que realizaron durante todo el gobierno de López Obrador.
Ahora, lo que sigue rumbo a la recuperación política, es arreglar el desastre que muy probablemente nos llevará más de seis años, y enfrentar las consecuencias. Y nunca más una candidata o candidato a ningún puesto de elección popular o funcionarios públicos improvisados. Debemos de una vez por todas aprender la lección. 
…Y no es pregunta.
Contacto.- @MarthaGtz (Twitter / X)
*Vocal del Consejo Directivo del Instituto de Política y Gobernanza, A. C.

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