Tres son las principales razones por las que el Poder Judicial de la Ciudad de México
(PJCDMX) cumple este lunes 18 días de paro de labores. La más importante es su
presidente, Rafael Guerra Álvarez, quien representa el problema y no la solución.
La segunda: Perjudica que el secretario general y “líder charro” del Sindicato Único de
Trabajadores del Poder Judicial de la Ciudad de México (SUTPJCDMX), Diego Valdez
Medina, ya perdió toda la ascendencia con sus agremiados. Y la tercera: El Gobierno de la
Ciudad de México metió su cuchara para negociar, pero no lo hizo bien, pues mandó al
“chivo en cristalería” experto en vender muebles y antrero de Insurgentes Fadlala Akabani.
Por eso es que el viernes pasado no prosperó, no avanzaron un ápice los acuerdos entre
Akabani y Erika Ojeda, quien goza de la representación legítima de los trabajadores del
Tribunal Superior de Justicia. Ella se convirtió en la lideresa de manera natural, porque el
“charro” Valdez –con 20 años como secretario general del SUTPJCDMX– se entregó al
patrón con quien acordó un incremento salarial del 5% que no ha sido aceptado y por eso se
fueron al paro.
Rafael Guerra trae un desgaste de dos periodos al frente del PJCDMX, en los que entregó al
TSJ a la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Por eso hasta logró ser reelecto
presidente. En el camino otorgó privilegios al “charro” Valdez para mantenerlo dócil. Por
eso fue perdiendo autoridad moral ante sus representados y hoy está rebasado.
No está claro por qué Akabani fue designado subsecretario de Gobierno si es un “chivo en
cristalería”, un tipo explosivo que revienta negociaciones. Y en este caso lo que se requiere
alguien que sepa tejer fino.
Akabani ha mostrado su talante autoritario cuando dizque va a negociar. Hace un par de
meses acudió con vecinos de Azcapotzalco para acordar la construcción de un albergue
para migrantes indocumentados en la colonia Nueva Santa María. Terminó en
confrontación con los colonos, quienes lo corrieron, literal, a mentadas de madre y casi a
golpes. Con los trabajadores del PJCDMX le ocurrió poco menos que eso el viernes
pasado, porque quiso que firmaran un convenio totalmente alejado de las peticiones de los
paristas.
Rafael Guerra, insisto, no es la solución, es el problema. Su mala gestión levantó fuertes
inconformidades de los trabajadores del TSJ, ante quienes tiene nula credibilidad. Razones,
muchas. Aquí una más: el miércoles dio instrucciones al oficial mayor del TSJ, Sergio
Fontes para no aceptar ninguno de los planteamientos de Ojeda y los trabajadores.
Estos problemas también le fueron creciendo a Guerra porque en los últimos años ha
descuidado el PJCDMX, pues estuvo muy ocupado en campaña para ser candidato a
ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). No pudo por los
señalamientos de proteger a jueces omisos o vendidos en casos de acoso, abuso sexual y
violación. También le afectó el oscuro asunto de Billy Álvarez, el ex presidente del club de
futbol Cruz Azul que lo acusó de extorsión. También carga señalamientos de nepotismo al
interior del PJCDMX.
El primer paso para la solución del conflicto en el TSJ ya se dio de manera natural, Erika
Ojeda desplazó al líder ‘charro’. Falta ahora que el Gobierno de Brugada designe un
negociador eficaz y probablemente hasta la renuncia de Guerra será necesaria porque,
insisto, él es el problema, no la solución.
Lo veremos.