En mi artículo del pasado 10 de noviembre la pregunta central fue: ¿Qué no estamos entendiendo? Con base en ese cuestionamiento caí en cuenta de que prácticamente toda la estructura convencional sobre la que hasta el día de hoy hemos construido hipótesis de investigación, análisis, diseños, instituciones y comportamientos sociales, no nos estaban permitiendo entender con precisión los acelerados cambios que se han venido desarrollando en la sociedad.
Porque para entender a la sociedad de hoy hay que entender la tecnología y sus posibilidades, comprender los intereses de los individuos dentro de la sociedad incluyendo sus agravios, aspiraciones, y los motivadores que actualmente los conducen. Así como la forma en la que interpretan su realidad y sus oportunidades que han cambiado radicalmente en las últimas 4 ó 5 décadas.
Los ciudadanos gracias a la electrónica y a la tecnología se han empoderado. Hoy ya no sólo opinan, también publican, interactúan, se agrupan y tienen presencia permanente en redes sociales, y eso crea diferentes tipos de conjuntos sociales transversales dentro de los cuales se desenvuelven.
Este fenómeno resulta totalmente novedoso e inasible, y yo diría que hasta desconocido para quienes conducen actualmente las instituciones. Lo cual nos lleva a analizar y reconcebir el viejo concepto de liderazgo y la forma en la que se ejerce el poder. Considerando que la representación política en la actualidad esta vacía, la representatividad social rota, y además, se encuentra en otra posición.
Si esto es así, y la sociedad se ha transformado de una forma tan radical, entonces podemos comenzar a entender porque nuestros liderazgos históricos, institucionales, estructurados, académicos, profesionales, etc., se han debilitado de tal manera que no han logrado desarrollar nuevos liderazgos capaces de conocer y comprender la complejidad y el dinamismo que la revolución tecnológica ha traído consigo, para trabajar en la casuística casi específica de cada individuo.
Porque hoy en día la representatividad y los liderazgos ya no son una operación mecánica tan clara como antes, ya nadie representa a nadie, y los espacios reservados para representar identidades o segmentos característicos están dejando de existir.
Es decir, que los patrones de carácter ideológico, religioso, de género o de identificación de causas están dejando de existir, transformándose en identidades líquidas que se van adecuando a los diferentes contextos.
La cultura líquida moderna ya no se identifica como una cultura de aprendizaje y acumulación de conocimientos y conceptos. A cambio se nos presenta como una cultura de desapego, de discontinuidad y olvido. La humanidad por su naturaleza es cambiante y tendremos que adaptarnos a los nuevos paradigmas o desaparecer desplazados.
En síntesis, hablamos de la complejidad de una sociedad líquida que como una gelatina cuando se solidifica se va adaptando y tomando la forma del recipiente (contexto) en el cual es colocada. Cuando la disuelves de nuevo y la colocas en un recipiente distinto toma una nueva forma.
Dentro de toda esta complejidad llegamos a identificar ciertos patrones disrruptores con los cuales se puede conducir a la sociedad. En el caso de México una organización cuasi religiosa como Morena, que desde el propio nombre adopta el símbolo que hace referencia a la Virgen de Guadalupe para construir un movimiento en donde lo que menos importa es pensar, y obliga a sus integrantes a seguir y aceptar ser conducido ciegamente por el guía, patriarca, mesías o como le quieran llamar. Quien es el que define las categorías y alcances que uniforman su pensamiento.
O díganme ustedes quien de los próceres de la 4T tiene la posibilidad de expresar una idea que no sea la de Andrés Manuel López Obrador, desde luego sin mover ni una coma.
Por otra parte, en los Estados Unidos ante la incapacidad para entender la complejidad de un mundo volcado en la globalización, aparece también la simplificación casi mesiánica de un individuo como Donald Trump quien promete de nuevo hacer grande a América. Sin dimensionar que los norteamericanos ya no son aquel imperio del siglo pasado, que han sido rebasados ya en algunos rubros por diferentes países, y que su grandeza depende de la urgente necesidad de diseñar un nuevo modelo económico que permita no solo la explotación de los mercados existentes, sino la ampliación por la vía del desarrollo de nuevos mercados que garanticen el crecimiento en una sociedad mundial que realiza transacciones en línea y en tiempo real. Sin necesidad de retroceder al siglo XX cerrando las fronteras.
Regresando al caso de México la solución estructural de los temas del desarrollo, por supuesto que no son por la vía de la repartición de subsidios como podremos salir de la pobreza. La única manera como podremos hacerlo es a través de programas que desarrollen e impulsen el talento que genere la sustentabilidad de los individuos para su inserción activa y productiva en la nueva economía global. Desafortunadamente Morena no lo alcanza a ver. Por eso no está en su agenda.
Por lo tanto, una vez que se agoten el presupuesto público federal, sus soluciones no serán viables. Menos aún si se resisten a hacer una Reforma Fiscal responsable. Como tampoco está del lado norteamericano el considerar un crecimiento que no sólo se sustente en su mercado interno y en los mercados tradicionales de exportación.
Si existiera un entendimiento real del cambio del mundo en México y contásemos con un liderazgo visionario capaz de ver hacia el progreso plantearíamos en el marco del TEMEC, que el futuro de los Estados Unidos esta en el desarrollo de los mercados emergentes que representan toda America Latina, África, dos terceras partes de la India, complementado con un esquema de competitividad con China.
Porque el tratado de América del Norte tiene la gran posibilidad de construir las oportunidades que derivarían, gracias a la tecnología y a la IA, en el desarrollo del talento humano de la sociedad global.
Así como China logró sustentar tasas de crecimiento del 10% anual, al mismo tiempo que llevaba a cabo enormes esfuerzos por sacar de la pobreza a 300 millones de chinos, impulsaba la innovación tecnológica y desarrollaba sus sistema de ciudades de punta como Shenzhen. Estaba educando y formado el talento de su población en diferentes provincias para sacarla de la ignorancia y pobreza en la que se encontraba. Y lo lograron.
Nuestros liderazgos tienen que plantearse que la sociedad no debe ser vista como masas, sino como individuos que deben ser conducidos en el México del siglo XXI. Pero sobretodo, que el reconocimiento del talento de la sociedad y su expansión genera las oportunidades.
…Y no es pregunta.
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*Vocal del Consejo Directivo del Instituto de Política y Gobernanza, A. C.
RESPALDA JULIO MENCHACA ESTRATEGIA NACIONAL DE SEGURIDAD DEL GOBIERNO FEDERAL
ACAPULCO DE JUÁREZ, GUERRERO.- Durante la 50ª Sesión Ordinaria del Consejo Nacional de Seguridad Pública, celebrada Acapulco, Guerrero, el gobernador de Hidalgo, Julio Menchaca Salazar,