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Javier Flores López sólo pretendía ir a Estados Unidos para sacar a sus hijos adelante y ofrecerles una vida mejor, diferente de la que podían tener en la sierra mixteca de Oaxaca. Actualmente, el ex soldado se encuentra desaparecido.

Salió junto a su primo José Luis Vázquez Guzmán desde el pueblo de San Miguel Huautla. Los dos iban a bordo del tráiler con 67 migrantes ilegales mexicanos y centroamericanos, que se convirtió en un horno mortal que el martes pasado mató de asfixia y deshidratación a 53, de los cuales 27 eran compatriotas.

Los dos estaban en el transporte de carga encontrado en los suburbios de San Antonio, Texas, hasta donde fueron llevados por la banda de “polleros”, que los dejó a su suerte, al percatarse que muchos de ellos empezaron a morir. No hicieron el menor intento de ayudarlos. No les importó los que les pasara.

José Luis Vázquez Guzmán fue de los pocos migrantes que corrió con suerte. Fue internado de emergencia para rescatarlo del agudo grado de deshidratación que presentaba, pero pudo salvar la vida.

Sus tías se enteraron de su caso por la televisión y sus familiares tuvieron que viajar 60 kilómetros al poblado de Nochixtlán, Oaxaca, para poder tener señal de celular y establecer contacto con José Luis, según relataron.

Sin embargo, de Javier nada se sabe y su familia, de recursos económicos limitados, se encuentra hundida en la desesperación.

“Nunca más habrá un caso así”, aseguraron autoridades de México y Estados Unidos, que ya habían realizado la misma promesa hace tiempo, cuando se registraron tragedias similares.

El corredor de la muerte que hay entre Tamaulipas y Texas es una guillotina que cercena la vida de los migrantes ilegales que sueñan con una mejor vida en Estados Unidos.

Quienes se atreven a meterse a un tráiler para cruzar de México al otro lado, saben en qué momento se suben al vehículo, pero nunca tienen la seguridad de cuando llegarán a su destino o, peor aún, no tienen jamás la certeza de si podrán sobrevivir a ese recorrido.

La incompetencia y la corrupción de las autoridades mexicanas y estadounidenses, permiten que en la zona entre Tamaulipas y Texas los traficantes de personas mantengan su negocio criminal.

De acuerdo con lo explicado por el director del Instituto Nacional de Migración (INM), Francisco Garduño, el tráiler pasó por dos puntos de revisión de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos y fue captado por cámaras de seguridad en Encinal, y Cotulla, Texas. Esta situación, sólo revela que hubo corrupción para dejar pasar al tracto camión sin ser revisado adecuadamente.

Este reciente caso sólo es un eslabón más en una larga cadena de fallecimientos ocasionados por la delincuencia organizada que medra con las aspiraciones de mexicanos y centroamericanos de ir en busca del sueño americano.  

En julio de 2017, aproximadamente un centenar de migrantes ilegales a bordo de la caja de un tráiler, también viajó de Tamaulipas hacia San Antonio, con una escala en Laredo, Texas. También en aquella ocasión, quienes viajaban quedaron atrapados sin poder tomar agua. Al final del recorrido, fallecieron 10 personas.

En aquel entonces, uno de los sobrevivientes, José Antonio González, contó su amarga experiencia. El 22 de julio de ese año se introdujeron a la caja de un tráiler. Él iba con 3 personas originarias de Calvillo, Aguascalientes. El vehículo se trasladó a Monterrey y de ahí a Tamaulipas.

En el río Bravo intentaron pasar por medio de una lancha, a pesar de que empezaron a ser perseguidos por elementos del Instituto Nacional de Migración, que alcanzaron a detener a varios “polleros” que los trasladaban.

No obstante, otros miembros de la banda de traficantes de personas lograron esconder a los migrantes ilegales durante dos días en una casa de seguridad de Laredo, Texas, en donde se reunieron con aproximadamente 100 personas más.

 “Fuimos los primeros a los que subieron y durante una hora se llenó el tráiler. Desde que entramos, sentimos mucho calor y que no había suficiente oxígeno. Les decíamos a los que nos llevaban que nos prendieran el aire y nos decían que sí, que ahorita. Ya cuando acordamos, cerraron la puerta y arrancó el camión.”, aseguró el sobreviviente.

El tráiler se trasladó desde Nuevo Laredo, hasta un Wal-Mart de San Antonio, en un viaje que duró aproximadamente 4 horas, sin detenerse. Fue ahí cuando los “polleros” se percataron de que muchos de los migrantes estaban en malas condiciones.

“No supe cuando llegamos. Yo todo el camino iba casi desmayado. Desde Calvillo, tratábamos de guardar nuestra energía y nuestro aire. Toda la gente ya estaba desesperada y hacía que se terminara más rápido el oxígeno”, señaló.

A punto de morir de asfixia, José Antonio tuvo una idea que les salvó la vida a muchos de sus compañeros de infortunio.

Traía una navaja y con ella hizo dos agujeros en una parte de la caja del tráiler y por ahí respiraron los que podían. “Le decíamos a la gente que se arrimara, pero los hoyos estaban chicos y sin darme cuenta me desmayé”, relató.

Ya era la madrugada del domingo 23 de julio de ese año cuando una persona lo rescató. “Cuando desperté, ya estaba en una casa y el dueño me dijo que él no tenía que ver con migración, sino que sólo lo hizo por ayudar”, refirió José Antonio.

Se trababa del empleado de un Wal-Mart de San Antonio, que se percató de la presencia del tráiler, del cual bajó un hombre que desperadamente pedía agua. El tracto camión fue abandonado por los delincuentes y fue de esa manera como pudo ser salvado el migrante que después comentó lo sucedido.

Cuando llegaron las autoridades, observaron a la mayor parte de los migrantes tirados en el suelo de la caja del tráiler, casi agonizantes y percibieron que 10 de ellos ya no se movían. Sólo algunos tuvieron las fuerzas suficientes para huir del lugar.

Los sobrevivientes del que fue bautizado como el “tráiler de la muerte”, fueron repatriados a México. Debido a la grave situación en que se encontraban, algunos de ellos presentaron problemas respiratorios con el tiempo. Sin embargo, por los problemas económicos que padecen no se les quitan las ganas de cruzar nuevamente el corredor de la muerte. Prefieren arriesgarse a eso que seguir viviendo en la pobreza.

Contacto.- javiervelazquezf@gmail.com

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