Ayer domingo Andrés Manuel López Obrador dio su sexto y último informe de gobierno, y al mismo tiempo, comienza el desencanto de su gestión. Toda esa narrativa del México perfecto, del México feliz, de que él el es pueblo, que solo él lo representa, que los 35 millones de votos que obtuvieron fueron de manera espontánea porque el pueblo los quiere, está a punto de terminar. Se acabarán los engaños. Ya se va.
Porque todo eso, en realidad ha sido un cuento. Porque ni Andrés Manuel López Obrador es el pueblo, ni los votos le llegaron de forma espontánea. Los compraron a través de una estructura permanentemente (los siervos de la nación) pagada por el Estado Mexicano, y también gracias a que la oposición nunca, a lo largo de seis años, tuvo la capacidad de construir una opción que pudiera por lo menos hacer un contraste y competir. Se lo permitieron todo.
A partir del día de hoy entraremos en un proceso donde habremos de sacudirnos el engaño. Porque de ninguna manera López Obrador hizo un buen gobierno y tampoco tiene nada que lo sustente. De no ser el recurso público utilizado de forma discrecional para ganar elecciones. Nada más. Porque si hubiese habido un proyecto y una visión de Estado habría algo que presumir.
Desafortunadamente para los mexicanos estos seis años se resumen al posicionamiento narcisista de López Obrador, ejecutado diariamente desde su mañanera. Esto es lo que vemos reflejado en las encuestas, como resultado de su propaganda permanente.
Resultados no hay. Por ejemplo, cual Salud como la de Dinamarca, por el contrario no se mejoró nada. Donde está la Educación moderna de la que tanto hablan. Cual fue la atención de la violencia. Donde se encuentra el Desarrollo Regional, porque no lo vemos por ninguna parte del país. Que es lo que se mejoró en términos de Energía en nuestro país, la gasolina está por las nubes. Así podemos recorrer rubro por rubro sin encontrar nada que nos haga sentir felices felices.
Todo, absolutamente todo es puro cuento. Hoy estamos ciertos de que la famosa Mañanera de AMLO esta alimentada de pseudo periodistas paleros a quienes les siembran las preguntas y seguramente una buena paga, para que el ejercicio informativo al cual están obligados todos los gobiernos se haya convertido en un patético espectáculo de propaganda vil. Como lo corroboramos el pasado viernes. Eso, no es ni periodismo y mucho menos un ejercicio de información, rendición de cuentas y transparencia.
La verdadera transformación que López Obrador debería estar presumiendo, hoy, que contamos con una sociedad conectada de manera digital, sería que durante seis años tuvimos un gobierno innovador que entendió los retos del siglo XXI y brindó a todos los ciudadanos Seguridad en línea, Salud en línea, Educación en línea, por mencionar algunos rubros. Eso sí hubiera sido una verdadera transformación, pero eso no lo tenemos. Entonces de que transformación nos están hablando.
Porque eso es lo que hoy, en un ejercicio moderno de gobernanza se debería estar haciendo. No, no se trata de más Estado o más Mercado. Se trata de que juntos Estado y Sociedad vayamos construyendo el valor.
El debate hasta los años 60’s y 70’s del siglo XX, fue la lucha entre comunismo y socialismo, que al final de esa lucha lo que encontramos en el llamado socialismo-comunismo fueron dictaduras del proletariado. Es decir, nos legaron a un grupo de vivales, oportunistas que se hicieron llamar del proletariado (ahora del pueblo), que se beneficiaron del discurso político.
Sin embargo, del otro lado entre los capitalistas hubo una falta absoluta de compromiso social, debido a que no fueron formados para eso.
Así llegamos a la firma del Consenso de Washington que pugnaba por la estabilización macroeconómica, hasta la caída de la Unión Soviética que había perdido su hegemonía económica, que a la llegada de Mijail Gorbachov al gobierno se da cuenta de que la lucha con los Estados Unidos era ya insostenible, porque además tenía que sostener a todos los países socialistas y comunistas que se habían colgado de ellos como Cuba.
A partir de estos hechos comienza el llamado neoliberalismo, que ante el fracaso del Estado para resolver las necesidades, decidieron que el Mercado tenia que solucionarlas. Es así como las escuelas de Economía del Mundo lo veían como opción. Este fue un modelo viable hasta los primeros 10 años del siglo XXI.
Porque en el 2010, se dió un cambio radical en la era tecnológica, y se transitó hacia la sociedad del conocimiento. Esta evolución sustituyó rápidamente a las ideologías surgidas en el siglo XX. Ya que a falta de datos, la ideologías sirvieron para interpretar la realidad. Es decir, que en ausencia de datos contribuyeron a la creación de muchos mitos que la era tecnológica ha ido eliminando.
La ideología socialista y comunista en realidad fue una manera de interpretar lo que no entendían. Que en términos de los partidos políticos se crearon ideologías para resolver lo que no tenían capacidad como la miseria, el hambre y la ignorancia.
Sin embargo a partir de que la era tecnológica irrumpe en el mundo e inicia la era digital, todos empezamos a comunicamos cada vez más en línea, y comenzamos a tener acceso a todo el conocimiento a través de los teléfonos inteligentes, y es así que la Gobernanza se hizo necesaria y el concepto de Gobierno resulta ya insuficiente, deja de ser el Mercado o el Estado, para convertirse en un proceso entre todos, donde cada quien en una sociedad moderna tiene que asumir sus responsabilidades.
O sea que quien cuenta con el conocimiento, el que tiene la organización, el que tiene financiamiento, y quien o quienes poseen las fórmulas de la solución las aportan. Ese es el mundo de hoy. Quien nos permite crear exponencialmente valor es precisamente la sociedad en línea. Porque una sociedad en línea no es únicamente para enviarnos memes, vernos bonitos en Instagram, poner las fotos de la familia en Facebook o hacer payasadas en TikTok.
Es para muchas otras cosas además del entretenimiento, que están en proceso de ser desarrolladas. Ese es el cambio, esa es una transformación real.
La tecnología debe ser aprovechada también para crear valor en la política, pero para eso se requiere de talento para construir entre todos las fórmulas que respondan a las demandas de una sociedad moderna. Ese es el talento al que me he referido en mis textos anteriores.
Evidentemente esta visión no la encontramos en un personaje, como Andrés Manuel López Obrador, quien además no tiene la menor idea de lo que les estoy comentando, para construir una propuesta. Porque López Obrador se quedo instalado en los años 60’s del siglo pasado. Él, solo se ha dedicado a concentrar nuevamente el poder. Como si la concentración del poder creara valor.
Cuando lo que verdaderamente crea valor, es el ejercicio colaborativo de todos en la sociedad aportando lo que tenemos.
Una sociedad en línea, cambia totalmente el modelo, y partir de ahí surgen las nuevas oportunidades del cambio. Como bien dice Mildred Berrón Marín, la joven que increpó a la Ministra de la SCJN Loretta Ortíz en Yucatan, “no nos engañen”. Esta nueva generación de jóvenes sí entienden el cambio y hoy, bien, mal o regular tienen capacidad crítica, y están levantando la voz.
Con esto, lo que nos están diciendo es que los “líderes” nos están engañando, porque ni representan al pueblo, ni hablan en nombre del pueblo, ni lo que pretenden implementar es lo que el pueblo esta demandando, y por si fuera poco, están conscientes de que los actuales liderazgos solamente están representando a sus propios intereses. “No nos engañen”. Por supuesto que la razón principal de la Reforma Constitucional es que se quieren pelear con el Poder Judicial, desafortunadamente nos pasan a perjudicar a todos.
Estamos atravesando un momento de, o todos o ninguno, y la polarización desgraciadamente hace que el resultado no sea favorable para ninguno. A diferencia de una política de integración que incluye a todos.
Un partido político de la innovación inteligente es un partido de todos. El problema es que no tenemos líderes para eso. Actualmente contamos con un gran avance tecnológico y con una sociedad dispuesta. Sin embargo no tenemos líderes que respondan a esto, y tampoco procesos ni causas. Sin eso la tecnología no sirve, ya que sin procesos y sin causas los partidos políticos no tienen a quien conducir.
Ningún partido político el día de hoy tiene idea de esto. Se requieren liderazgos como el de Mildred Berrón Marín que se atrevió a alzar la voz para decir de frente a la Ministra Loretta Ortiz “no nos engañen”, “no nos mientan”. Ese, es el grito de la sociedad.
O de liderazgos como el de la Regidora del Municipio de Navolato Ivette Valenzuela, quien todos los días levanta la voz en el Cabildo, para demandar a la Presidenta Municipal atención para los ciudadanos que pasan semanas y siguen con sus casas inundadas por las lluvias, o con la piel repleta de picaduras de mosquitos por la falta de fumigación, o por la falta de iluminación en las calles, o por la falta de recolección de basura, por mencionar solo algunas de las demandas de la población.
¿Pero por que lo hace? Porque conoce de cerca las necesidades y las causas de los ciudadanos a quienes representa. Porque todos los días recorre las calles, escucha y comprende a los ciudadanos. Porque también sabe que su responsabilidad es representar a todos los segmentos de Navolato, Sin., a diferencia de la Senadora Paloma Sánchez del PRI, de quien no podemos decir lo mismo, ya que su mayor mérito para ser Legisladora es rendir pleitesía al Presidente de su partido.
Por eso cuando Andrés Manuel López Obrador nos habla de la sociedad perfecta y que los ciudadanos estan felices, debemos levantar la voz y exigirle que no nos mienta.
Los partidos políticos de hoy deben convocar a un ejercicio colaborativo en línea que es el del mundo de hoy. Deben convocar a los ciudadanos, organizarlos, conducirlos y darles seguimiento. Eso debe ser un partido político del siglo XXI , no solo una franquicia electoral como ahora son los partidos políticos en México.
Basta escuchar a los partidos políticos que tenemos. Solo están para rendir pleitesía, gritar loas y brindar ofrendas a su Mesías, como lo hace Mario Delgado.
Por eso inicie este texto explicando porque se acabaron los engaños. Ya que pasada la borrachera vendrá la cruda realidad a través de las enormes filas de usuarios que todos los días solicitan atención médica en las diferentes clínicas y hospitales del Sector Salud, y de las largas horas que todos los días padecen los ciudadanos para poder acceder a una consulta, o para que les realicen unos estudios de laboratorio, o para que se les proporcionen medicamentos o les programen una cirugía. Ese, ese sí es el mundo real.
Ante esto lo que hay que hacer es modificar el modelo de Salud y crear entre todos las fórmulas que logren por fin hacer de la Salud uno de los grandes temas para el desarrollo de México.
Lo mismo sucede en la Educación, donde evidentemente los libros de texto que se le proporcionan a los estudiantes corresponden a un modelo anacrónico para compartir conocimiento, en un mundo donde los menores que se acercan a la tecnología no tienen a la mano los contenidos que les permitan el conocimiento, formación y desarrollo de habilidades que les permitan enfrentar los retos que tienen hacia adelante y generar su movilidad social. Porque el desarrollo de habilidades es el gran reto para la Educación en el siglo XXI.
En ese pueblo bueno al que tanto invoca Andrés Manuel López Obrador, existen un conjunto de necesidades diferenciadas de acuerdo a los distintos segmentos de la población. Eso de ninguna manera es racismo, ni tampoco es clasismo.
Es la realidad, ya que las necesidades no son iguales en cada segmento de la población. Por el contrario, existen enormes diferencias que se deben reconocer y con las cuales tenemos que trabajar. Ese llamado pueblo bueno de Andrés Manuel López Obrador lo que nos refleja es la enorme ignorancia que tiene quien ha sido Presidente de la Republica, respecto de las necesidades y capacidades especificas de cada ciudadano. Porque en ese concepto de pueblo que visualizó AMLO incluyó todo y al mismo tiempo no incluyó nada. Solamente gobernó a partir de su ideología.
Porque hablar de los millones de jefas de familia que tienen que sostener sus hogares, que necesitan ingresos complementarios, y que además cuentan con un nivel educativo que no es suficiente para aspirar a ser altamente productivas. Eso ya no es ideología. Esos son los datos que se requieren para implementar un programa que transforme la realidad inmediata de esos millones de mujeres.
O del número de jóvenes de 18 años que no han terminado ni siquiera su educación básica, a los cuales si no se les brindan las condiciones de preparación, se les esta condenando a sobrevivir a través de un subsidio económico durante los próximos 60 años.
Eso es lo que tienen que abordar los partidos políticos, y eso solamente se hace enfocándose en las causas y el conocimiento de los diferentes segmentos. Esto por supuesto que no entra en el terreno de las ideologías. La necesidad es solamente una cara de la moneda, las causas son la otra, y deben trabajar en poner sobre la mesa diferentes opciones.
Es claro que el Estado Mexicano ya no aguanta un gobierno de más subsidios. Porque la economía ya no da. En los últimos seis años regalaron todo lo que podían regalar. López Obrador esta heredando al próximo gobierno de Claudia Sheinbaum un deficit de 6 puntos del PIB, esto significa que los recursos del Estado ya no alcanzan para continuar con una política de solamente subsidios. Su gobierno tiene que modificar estructuralmente el concepto de abordaje de la pobreza y la desigualdad, y hacerlo productivo y tiene que hacerlo de abajo para arriba.
Tiene que estudiar cada región del país, para ubicar e identificar en donde se encuentran las viviendas en condición de pobreza y donde se encuentra la población que tiene capacidades de educación, de producción y de construcción de de soluciones para que puedan trabajar junto con el Estado. Entendido esto como un conjunto de instituciones que le dan sentido a una sociedad mejor estructurada.
Por otra parte, los partidos políticos deben ser capaces de aprovechar la innovación acelerada, la digitalización, los datos, la información, la inteligencia artificial, las redes digitales de hoy, la intercomunicación y la participación ciudadana. De lo contrario, si no saben como utilizar todo esto, entonces como carambas le van a hacer para conducir a los ciudadanos.
Que partido político actualmente considera la Innovacion Inteligente en su diseño de representatividad. Ninguno. Porque en lugar de ver hacia la sociedad del futuro, hacia la Innovacion inteligente. Todos sus dirigentes están concentrados en pelear por prerrogativas y por posiciones plurinominales.
Lo que estamos viendo ahora con la sobrerrepresentacion, es que es muy probable que destruyan al Poder Judicial sometiéndolo a elecciones públicas, lo mismo que a los partidos políticos al eliminar las posiciones plurinominales. Pero en fondo hay cierta parte de razón, ya que todo esto se derivó de en un abuso en el que cayeron, y a que nadie ha estado dispuesto a evolucionar.
O díganme si en Morena alguien esta dispuesto a corregirle a AMLO un punto o una coma. Es una pena y un desperdicio que nadie quiera entrar al fondo de los temas. Es una vergüenza que un exgobernador, vividor de la política, y ahora Senador como Manuel Velazco, en lugar de proponer, negociar y ayudar a que la futura Presidenta de la República, mejore las opciones o contribuya a generar mejores condiciones encaminadas al desarrollo, la democracia y la justicia del país y de los mexicanos, cínicamente se ufane en comprar Senadores para presumir una mayoría absoluta con el único fin de quedar bien con el gobierno entrante y responder a sus negocios personales.
Es un espectáculo verdaderamente deplorable y decadente ver a aquéllos que en el pasado se sirvieron del viejo PRI, ahora ufanarse en ser mayoría y representar al pueblo bueno. Que ironía constatar lo poco le aprendieron al Instituto Politico por el que la mayoría pasó, el arte de la negociación, ya que por lo visto para lo único que les alcanzó es para comprar voluntades.
…Y no es pregunta.
Contacto.- @MarthaGtz (Twitter / X)
*Vocal del Consejo Directivo del Instituto de Política y Gobernanza, A. C.
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