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Como cada año que comienza, los buenos propósitos, el deseo de un mejor año, las predicciones y los horóscopos de los videntes se hacen presentes para describir la atmósfera que nos espera de acuerdo con la alineación de los astros.

En el caso de México, 2025 pinta un escenario de Mercurio retrógrado que, de ninguna manera, podemos atribuir al universo. En este contexto, Claudia Sheinbaum no ha consolidado un liderazgo nacional dentro de un movimiento que no tiene ni pies ni cabeza y que, por su propia naturaleza, todo apunta a que terminará por destruirse desde adentro.

Por otra parte, no existe un proyecto político claro para nuestro país, y sus actores se encuentran en un acelerado proceso de degradación. Empezando por el Ejecutivo Federal, donde, si bien es cierto que Claudia ostenta el cargo de presidentA, la realidad es que no tiene el mando del país.

En el Poder Legislativo, dos personajes se aprovechan de las debilidades de la presidentA de la República para construir su propia agenda. El Poder Judicial continúa como una gallina recién descabezada, dando tumbos e intentando sobrevivir al golpe que le propinaron para destruirlo. Los partidos políticos están totalmente ausentes, y las organizaciones de la sociedad civil permanecen paralizadas ante la falta de liderazgos con visión y perspectiva de futuro.

En materia de seguridad pública, el panorama no es alentador, a pesar del enorme esfuerzo de Claudia Sheinbaum por distanciarse del modelo de “abrazos, no balazos” de Andrés Manuel López Obrador. No cuenta con los instrumentos necesarios para combatir el problema, ya que depende de los mismos factores que López Obrador le impuso: el Ejército, la Marina y la delincuencia organizada.

Únicamente cuenta con Omar García Harfuch como su principal elemento. Sin embargo, este no tiene control sobre las corporaciones nacionales de seguridad, ni sobre las estatales, y mucho menos sobre las municipales, que, para colmo, están en su mayoría controladas por las propias organizaciones delincuenciales. Esto es consecuencia de que López Obrador, ya sea por ignorancia o por cuestiones ideológicas y sin un diagnóstico claro, desmanteló lo poco o mucho que existía.

Desapareció la Policía Federal, inhabilitó a las policías estatales y terminó de lanzar a las policías municipales (ya de por sí infiltradas) en manos de la delincuencia.

Además, la Fiscalía General de la República y las fiscalías estatales (ahora autónomas) dependen completamente de las agendas e intereses de cada fiscal. En síntesis, hemos perdido la gobernanza de la seguridad, lo cual resulta aterrador. ¿O díganme ustedes que otro significado puede tener el que en México se tenga el 95% de impunidad?

En lo económico, a pesar del recién anunciado “Plan México”, el escenario es de pronóstico reservado por dos razones:

1. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos: Su amenaza de incrementar los aranceles como consecuencia del fenómeno migratorio, la inseguridad pública y las evidentes complicidades entre actores de la 4T y el crimen organizado (un secreto a voces) que impacta directamente las exportaciones, que han sido el principal motor de la economía mexicana durante los últimos 25 años.

2. Nuestra incapacidad para aprovechar la relocalización geoeconómica del mundo: Como de costumbre, estamos llegando tarde. Ningún estado fronterizo tiene una propuesta atractiva en términos de relocalización global. Los gobernadores están más ocupados en repartir subsidios y cuidar sus negocios familiares.

Desde Baja California hasta Tamaulipas, no hay una sola propuesta que ofrezca condiciones de seguridad, gobernanza y estado de derecho para atraer inversiones que fortalezcan la competitividad global de Estados Unidos, factor clave para asegurar las inversiones económicas.

La inversión interna también está paralizada debido a la ausencia de un liderazgo económico, la incertidumbre jurídica y la falta de un proyecto de futuro que convoque al talento mexicano. Para muestra, están las obras emblemáticas como Mexicana de Aviación, el AIFA, el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas, que reflejan un cuadro de mediocridad.

Mientras el mundo avanza, México sigue atrapado en una educación ideológicamente trasnochada del siglo XX, incapaz de adaptarse a las demandas tecnológicas y sociales del siglo XXI. Estamos lejos de países como China, India o Europa. ¿Acaso con el “Plan México” pretenden remasterizar aquel viejo eslogan echeverrista de los años 70 que decía: “Lo hecho en México está bien hecho”?

En el ámbito de la salud, la situación es lamentable. El IMSS Bienestar está muy lejos de lo que representó para los mexicanos el Seguro Popular. Es difícil entender cómo, por filias y fobias, destruyeron un sistema de protección a la salud basado en la seguridad contra riesgos, sustituyéndolo por un esquema burocrático que han tenido que reinventar al menos cinco veces en seis años.

Es inconcebible que este desmantelamiento haya sido perversamente premeditado. Todo apunta a que el desabasto de medicamentos, la falta de atención y servicios, y el deterioro son producto de su incompetencia y de seguir a ciegas las órdenes de un “Mesías” que afirmaba que el Seguro Popular no era seguro ni popular. Sin embargo, este atendía a más de 53 millones de personas, algo que el famélico IMSS Bienestar ni siquiera se acerca a lograr.

Con este panorama, Claudia Sheinbaum no puede pretender, a 100 días de su gobierno, convencernos de que tiene un 78% de aprobación. ¿Dónde realizaron la encuesta? ¿En la manzana de Palacio Nacional? ¿En la Secretaría de Defensa y en la Secretaría de Marina? ¿O donde se estaban repartiendo los subsidios del bienestar?

En el ámbito internacional, el horizonte luce esquizofrénico, ya que a partir de este lunes Donald Trump, nuestro vecino del norte quien no se caracteriza por tener algún tipo de límite o control, lo mismo plantea quedarse con Groenlandia que anexarse Canadá, o invadir México, y porque no, en una de esas en la misma vuelta pues se le ocurre declarar la guerra a China, invadir Venezuela y a todos aquellos países con los que tiene diferencias. Por lo tanto, la incertidumbre es total.

En mis anteriores artículos he comentado que hoy, el modelo de gobernanza tiene que ver con la integración del talento y los liderazgos de la sociedad no politizada ni partidizada. Insisto en que tenemos que trabajar en eso. Para que al margen de las mediocres burocracias que nos gobiernan, vayamos generando la creación de valor para transformar los sectores que la incapacidad de nuestros políticos ha venido destruyendo.

Porque las oportunidades están en todas partes. Lo único que tenemos que evitar, es que Nicolás Maduro se convierta en el modelo a seguir en el 2030 del segundo piso de la 4T de Claudia Sheinbaum para organizar un fraude como el que se acaba de presentar en Venezuela para perpetuarse en el poder, y continúen apropiándose de otros ámbitos de la actividad política, económica y social para destruirlos.

Pero esto solo depende de los ciudadanos.

…Y no es pregunta.

Contacto.- @MarthaGtz (Twitter / X)
*Analista, Consultora Política y Vocal del Consejo Directivo del Instituto de Política y
Gobernanza, A. C.

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