El manual ahora es ‘go negative’, espetó el padre del análisis coyuntural. Sus compañeros de programa pelaban los ojos. Xavi se hacía como que la virgen le hablaba. Fue para todos sus colegas un momento incómodo. Aún más que la declaración, me sorprenden las reacciones y la intención de tergiversar lo dicho por “El Güero”, quien nunca propuso que se hagan campañas sucias, por lo menos, como la entienden los partidarios del oficialismo; y que va en línea con “los golpes blandos de la derecha”. Lo que sugirió es que se haga una campaña que incluya el contraste, como se hace en todas las democracias liberales del mundo. De eso se trata la competencia electoral. En los sistemas plurales, abiertos y alejados de la autocracia contrastar ofertas programáticas y que los candidatos estén sujetos a un proceso de escrutinio riguroso es perfectamente normal.
En la situación de emergencia en que vivimos, después de casi seis años bajo el yugo obradorista, no resulta difícil imaginar cómo podría ser una campaña de contraste. En materia de seguridad se podrían mostrar los índices delictivos en todo el país y la cifra de asesinatos que asciende a más de 190 mil en lo que va de la administración obradorista. En este sexenio la violencia se ha llevado a más de 80 mexicanos al día y se han perpetrado cuatro mil ochocientos feminicidios. Otro elemento que se podría incluir en esta campaña sucia o de contraste es la caída del metro capitalino en donde perdieron la vida 26 usuarios. La intención de este esfuerzo de comunicación sería mostrar la impericia gerencial y administrativa de quien ahora aspira a gobernar el país. Se me ocurre que también se puede resaltar la degradación del sistema de salud del país y las muertes causadas por el latrocinio perpetrado en contra del Seguro Popular y las más de 800 mil muertes por la pandemia de COVID-19 causadas –de manera directa- por las omisiones de Hugo López Gatell y su clica de salubristas. Quince millones de mexicanos han perdido cobertura médica.
“It is the economy stupid” era parte de una campaña de contraste que Carville le presentó a Clinton quien eventualmente derrocó al presidente George W. Bush. No sobraría revisar las otras dos secciones del memo: “Change vs. more of the same” y “Don’t forget health care”.
En esta administración el crecimiento de la economía ha sido negativo y todavía no recuperamos los niveles previos a 2018. A pesar de las remesas, el peso fuerte y el aumento al salario mínimo, los bolsillos de los clasemedieros se han mermado de manera considerable. Hay doce millones de nuevos mexicanos que viven en pobreza extrema. La corrupción en la familia presidencial se debe de repetir ad nauseam. Nunca en la historia de la presidencia moderna de México se había dado un saqueo de este calibre y eso que la vara estaba muy alta.
Para segmentos relevantes de la población es de gran relevancia regresar a México al sendero de la transición y por ende se debe de incorporar a esta supuesta campaña el desvalijamiento del entramado institucional, la obliteración de la homeóstasis entre poderes y la centralización del poder por parte del proyecto obradorista.
Ha sido un gran acierto de la oposición retomar la bandera de la inseguridad y comunicar hasta el cansancio las desventuras del actual gobierno en lo que concierne al manejo de la economía, la salud y la movilidad. El oficialismo y su líder están en campaña sucia permanente; a la oposición le cuesta trabajo entender dos premisas fundamentales: las campañas y el mensaje son relevantes y en este caso más que nunca la oferta programática también. Una campaña que contraste las ofertas de gobierno y los resultados será fundamental para obtener triunfos electorales.
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