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Los modelos para predecir resultados electorales han capturado la atención de analistas, consultores e investigadores. Es entendible y natural la intención de sistematizar y reducir la asimetría de información en un entorno político complejo. Al interior de las universidades estadounidenses se han abocado a la construcción de modelos que arrojen luz sobre posibles resultados comiciales. El primero en ganar preeminencia fue Ray Fair de la Universidad de Yale, que gracias a un modelo que empezó a desarrollar en los setenta predijo con certeza la victoria de Bush frente a Dukakis en 1988, cuando el demócrata disfrutaba de una abultada ventaja en las encuestas. Pero fracasó rotundamente en 1992 al no anticipar la cómoda victoria de Bill Clinton. 

Las encuestas al inicio de las campañas revelan un cúmulo de información que es valorado por los estrategas, pero tienen poco valor predictivo: En las 12 elecciones presidenciales estadounidenses desde 1948, de acuerdo a Gallup, quien ha ido al frente de las preferencias a principios del verano ha ganado sólo siete de 12 votaciones.

Los modelos, a diferencia de las encuestas, que intentan pronosticar el resultado de una elección pueden tener éxito ya que las variables que tienen incidencia en la orientación del voto de los ciudadanos se establecen mucho antes de que inicie el proceso electoral. Las variables de mayor peso son: el desempeño general de la economía (los electores votan su bolsillo), la incumbencia (aprobación) y su desempeño para generar empleos y combatir la inseguridad (en el caso de México).

La incumbencia y el desempeño gubernamental han sido relevantes para predecir el resultado de elecciones. Un presidente con 70 por ciento de aprobación tiene buenas oportunidades de que su partido se pueda reelegir. La identificación partidista es el factor central en las decisiones de votación individuales. En México, la mayoría de los votantes mexicanos se identifican con Morena, es decir, se ha llevado a acabo una realineación electoral.  

Es todavía posible atemperar el embate obradorista, si de manera firme y sin ambages se acoge la bandera de la seguridad, que el electorado mexicano ubica como el flagelo perenne que nos aflige. Los electores emiten su voto de acuerdo con la evaluación que realizan del gobierno saliente y las expectativas que tienen del que puede llegar en dos rubros: el combate a la inseguridad y el manejo de la economía (en estos tiempos hay que incorporar la crisis sanitaria y el desmantelamiento del sector salud). En la CDMX habría que sumar a la narrativa la movilidad y la seguridad en el transporte público.

El eje a lo largo de los cuales los electores decidirán su voto en estas elecciones, no serán muy diferentes a las dos elecciones anteriores. La función de utilidad del electorado mexicano será la misma. La seguridad, la generación de empleo y la política social enfocada a mujeres será la clave del éxito.

Contacto.- @Achegaray1 (Twitter / X)

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